Cuando se inicia una conversación sobre el tema de reciclaje, generalmente nos llega a la mente las imágenes del ejercicio de separación de cartón, plástico, vidrio y residuos no aprovechables que realizamos desde la casa o, que en su defecto, ejecutan personas externas, llámense recicladores o profesionales en el aseo y reutilización de residuos sólidos. Si bien esta idea y asociación es fundamental, es necesario seguir realizando un trabajo de sensibilización acerca de la destinación que, desde las casas y empresas donde trabajamos, se brinda a otros objetos o bienes que ya no se usan, buscan ser cambiados o desechados.
Se trata de, por ejemplo, los calentadores, estufas, computadores, motores, generadores de energía, material en acero inoxidable, etc. Usualmente, estos materiales son entregados a chatarrerías o a los camiones que, en algunos barrios, pasan exclamando, con una memorable voz: “se compra chatarra, calentadores, lavadoras, baños, tapas, etc.” Sin desmeritar el valioso trabajo que realizan estas personas y empresas, en un informe publicado en 2021 por la Superintendencia de Servicios Públicos, Colombia produce al año 12 millones de toneladas de residuos sólidos, de los cuales solo recicla y aprovecha el 17%. Esta cifra nos lleva a preguntarnos, ¿qué pasa con el porcentaje restante, es decir, con el 83%? Efectivamente, un porcentaje de materiales se va a los basureros y, otro, a procesos de chatarrización.
No obstante, ¿sabías el Ministerio de Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible, MADS, generó en 2018 la estrategia de economía circular? Esta estrategia busca impulsar no solo el reciclaje, sino los procesos reutilización, remanufactura, reparación, recuperación y, en últimas, la prolongación de la vida útil de bienes, equipos y maquinaria usados o que fueron operativos tanto en las casas, como en las empresas. Gracias a esta iniciativa, Colombia figura como uno de los países de América Latina pionero en el tema. En efecto, para el 2023, somos cada vez más las empresas colombianas que trabajamos en la integración de los bienes “improductivos” en la cadena de valor; promoviendo, la no chatarrización, reparación, reutilización e integración de bienes, equipos y maquinaria en la economía colombiana.